Work. L´été de Vaour 2021


A veces vemos frases tremendistas sobre la calidad increíble de una película en el cartel de la misma, en plan: brillante, totalmente sublime, una obra de arte... 

Normalmente no hay que hacer una carrera de 3 años de periodismo, otros tantos como becario de alguna redacción, para terminar en "The Times" o "El País" o "Le Monde" y que  tu prestigio se resuma en 3 palabras precedidas del nombre del periodico en el que trabajas, cuyos intereses a veces están ligados al éxito de la película ya que pueden (o no) pertenecer al mismo grupo de comunicación y las llamadas telefónicas son corrientes para pedir buenas críticas.



Si una obra de teatro se merece todos esos apelativos de forma natural y merecida, es sin duda Work, una pieza  del italiano afincado en Bruselas, Clauido Stellato. Este génio se mudó de Milan a Toulouse para mejorar sus técnicas en el Lido, para luego recalar en Bruselas y armar la que está armando con sus tres obras. Con esta última y tras 3 años de preparación donde une el bricolaje con el cuerpo humano (literal) nos deja con la mandíbula desencajada. 



Por culpa de lo impresionante del espectáculo, físicamente era imposible aplaudir o hacerlo con  la suficiente fuerza por el shock permanente en el que esta obra te mete. Desde el primer momento, cuando un hombre vestido con botas, calzoncillo y con una capucha de lo que parece un Canguro se dedica a clavar unos clavos en un madero. El público podría pensar que está a punto de ver una de esas obras modernistas que nadie entiende excepto el director que se cree más inteligente que el resto, vamos, varias de las obras del IN del Festival de Aviñón. Tras clavar los clavos separa la madera, y se monta en ella, todo con las manos desnudas, después una sierra empieza a dibujar una silueta en la madera, y la imaginación del público está rendida a las locuras de su creador Stellato. Desde este momento uno no puede dejar de mirar, no existe el exterior, ni móviles, ni compañeros de butaca, ni sol, nada, lo único que existe es lo que el espectador tiene delante: algo increíble.



Las secuencas sin sentido se van encadenando con tal brutalidad que crean una dulce linea en donde todo tiene sentido dentro del caos, un caos rítmico, poético, un caos creado por la bestialidad de clavarse clavos a los zapatos y a unos maderos para hacer música que van al paso de los latidos de los espectadores que no creen lo que estan viendo.


Un hombre lleno de bolas blancas aparece en escena, sin sentido, como todo, pero que se vuelve familiar en breve, y combina con los "taconeos" del primero con sus tablones también en sus zapatos. 




Un tercer componente rompe los muros de la realidad literalmente, cuando la realidad son las paredes del escenario y vemos como unos puños rompen estas paredes para poco a poco aparecer con una silueta de comecocos. ¿Puede haber humor aquí? pues sí, al menos el público ríe de la locura sin sentido que está viendo. 


Desde aquí y ya con un cuarto componente ( se diría doble belga del actor Riz Ahmed), la obra continúa pasando por la danza con palas que evocan a las danzas con escobas vistas en Mayumana, también aparecen las artes plásticas con pintura que sin sentido alguno, crean una sensación profunda de tristeza al parecer que las paredes sangran o lloran, ¿quién dijo que las paredes no tenían sentimientos?. Esta pintura se mezcla con cemento, que con las leyes de la física y la imaginación desbordante de Clauido, crean múltiples escenas imposibles de  describir porque la belleza en estado de shock es complicada a definir, y porque esta obra hay que verla para poder decir que se ha visto una de las mejores obras de artes vivas de la historia, y ya son varios años desde 2004 que hice mi primer Fringe Edimburgo, pasando por AviñónAurillac, Chalon, Tac Valladolid, Kalealdia de Bilbao, Cir&co Castilla y León, etc. 


La obra acaba con un chute de adrenalina (más si cabe que durante la obra), con un bofetón de aire (literal) y donde no solo el espectador entra en la obra, sino que la obra entra en ti (literal si estás en la primera fila).


Los 4 artistas que ponen en práctica las ideas del director son: Joris Baltz, Oscar De Nova De La Fuente, Nathalie Maufroy y Mathieu Delangle.

Opinión: 4,8/5





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