El poder de la memoria: Ópera Rigoletto, Carmen y Nabucco en la Arena di Verona 2025

El Festival de Ópera de la Arena di Verona, que este año celebra su 102.ª edición, se ha consolidado como uno de los acontecimientos culturales más importantes de Europa. Cada verano, el anfiteatro romano se convierte en un templo musical en el que confluyen tradición, innovación y grandes voces de la lírica internacional. En agosto de 2025, tres óperas vertebraron la programación: Rigoletto, Carmen y Nabucco. Cada una aportó su carga de historia, de anécdotas y de momentos inolvidables que reafirman a Verona como un escenario único en el mundo.


Rigoletto: superstición, tragedia y un debut esperado


Estrenada en 1851, la obra de Verdi se asocia desde sus orígenes con la idea de la maldición. El conde Monterone lanza una sobre Rigoletto dentro de la trama, y esa atmósfera de fatalidad se ha trasladado a la tradición operística, donde muchos intérpretes consideran la partitura como “maldita”. En la Arena, esa carga dramática encontró un eco especial en el debut del tenor samoano Pene Pati, acompañado en algunas funciones por el mexicano Galeano Salas. Ambos asumieron el papel del Duque de Mantua con frescura y personalidad, recordando la figura de Giovanni Zenatello, quien fundó el festival en 1913 y fue célebre precisamente en ese mismo rol.


El barítono francés Ludovic Tézier, uno de los grandes verdianos de nuestro tiempo, interpretó al bufón con un registro poderoso y una hondura dramática que conmovió al público. A su lado, la soprano Nina Minasyan aportó delicadeza y virtuosismo en Caro nome. La dirección musical de Marco Armiliato mantuvo el pulso de la partitura con equilibrio entre el lirismo íntimo y la grandiosidad de los grandes conjuntos, logrando una versión que supo respetar la tradición y al mismo tiempo acentuar la fuerza teatral de la obra.

Carmen: la huella de Zeffirelli y la irrupción de Netrebko


En el caso de Carmen, el recuerdo de Franco Zeffirelli sigue vivo. Su producción de 1995, con un despliegue escénico que recreaba una Sevilla idealizada, marcó para siempre la relación de la ópera de Bizet con la Arena. Treinta años después, esa estética aún late en el espacio monumental, como una huella que acompaña a cada nueva versión.

La atención este verano se centró en Anna Netrebko, que asumió el papel de la gitana. La soprano rusa, identificada con los grandes roles de Verdi, Puccini y Tchaikovsky, sorprendió con una interpretación de fuerte magnetismo escénico y gran riqueza vocal. Frente a ella, el tenor italiano Francesco Meli dio vida a un Don José intenso y refinado, mostrando el conflicto interno de su personaje con gran musicalidad. La batuta de Daniel Oren imprimió a la partitura dinamismo y tensión dramática, potenciando tanto las escenas corales como la intimidad de los dúos.

La ovación que siguió al “Habanera” de Netrebko fue una de las más largas de la temporada y evocó inevitablemente la memoria de Maria Callas, quien no llegó a cantar Carmen en Verona, pero que en los años cincuenta revolucionó la relación de las sopranos con este escenario.

Nabucco: símbolo político y triunfo coral


Va, pensiero, el coro de los esclavos hebreos, se convirtió desde 1842 en un símbolo del Risorgimento italiano. Cada vez que suena en Verona, el público revive esa conexión histórica entre música y libertad. La producción de Stefano Poda en 2025 potenció esta dimensión con una puesta en escena de carácter simbólico, marcada por el uso de imágenes abstractas y un trabajo minucioso de iluminación que dialogó de manera efectiva con la monumentalidad de la Arena.



La dirección musical estuvo a cargo de Francesco Lanzillotta, que consiguió un equilibrio notable entre orquesta y coro. El resultado fue un Va, pensiero de gran intensidad, cargado de emoción colectiva. El reparto reunió a dos figuras centrales: Anna Netrebko, que afrontó el temible rol de Abigaille con una seguridad admirable, y el bajo-barítono Luca Salsi, que encarnó a Nabucco con autoridad vocal y presencia escénica. El coro estable de la Arena fue el verdadero motor de la función, confirmando que en esta ópera el colectivo tiene tanta fuerza como los solistas.



Verona: la ópera como historia viva

Cada función en la Arena es un encuentro con la memoria. Desde la legendaria Aida de 1913 hasta los grandes montajes de Zeffirelli, Domingo o ahora Netrebko, cada verano añade un capítulo a una tradición que se extiende ya por más de un siglo. Rigoletto, Carmen y Nabucco fueron este 2025 más que simples títulos de repertorio: se convirtieron en recordatorios del poder de la ópera para emocionar, convocar multitudes y mantener viva la relación entre pasado y presente.

La Arena di Verona no es un teatro más. Es un escenario donde las piedras romanas se convierten en caja de resonancia de la historia y donde cada nota parece trascender el instante para convertirse en parte de una memoria colectiva que, año tras año, sigue creciendo.

Fotos: Cortesía festival

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