Venecia y su transporte público ACTV: un reality show flotante
Moverse en Venecia es como participar en un concurso de supervivencia acuática: si logras entender el mapa del vaporetto, puedes considerarte casi un local. Este invento, administrado por los héroes anónimos de ACTV, es el metro que flota. Por 9,50 euros tienes 75 minutos de navegación para sentirte lord veneciano, aunque rodeado de mochilas y chanclas.
El Gran Canal: autopista de palacios
Atravesar el Gran Canal es lo más parecido a la M-30 madrileña, pero con palacios góticos de fondo. La línea 1 del vaporetto va a paso de procesión, ideal para selfies; la 2, en cambio, parece conducida por un gondolero con prisa por cenar.
Murano, Lido y San Michele
De pronto, estás en Murano, rodeado de vidrio soplado tan frágil que con mirarlo ya lo rompes. Luego está el Lido, donde conviven bikinis con smokings del Festival de Venecia. Y si lo tuyo es la reflexión existencial, toma el vaporetto rumbo a San Michele, el cementerio-isla: Stravinski, Pound y compañía reposan allí, quizá todavía quejándose del precio del billete.
Mestre: Venecia versión “Airbnb barato”
Los listos duermen en Mestre, donde un bus de ACTV por 1,50 euros te lleva en 15 minutos hasta Piazzale Roma, la frontera entre tierra y agua. Desde ahí, toca decidir: vaporetto o perderse por los callejones hasta que Google Maps se rinda.
Santa Maria dei Frari: Tiziano descansa (y no paga billete)
Entre tanto vaivén de barcos, merece la pena hacer un alto en tierra firme para visitar la basílica de Santa Maria dei Frari, donde descansa Tiziano. Él pintó cielos gloriosos, pero aquí disfruta del techo más literal: el de la iglesia. Ventaja de ser genio: nunca tuvo que validar un pase de 24 horas.
Ferri y atardeceres
Si quieres drama veneciano de verdad, sube con tu coche al ferry rumbo al Lido: entre claxon y claxon, el sol se pone como si Canaletto hubiera instalado filtros de Instagram. Y sí, el billete cuesta casi como un menú de tres platos, pero ¿quién recuerda la pasta cuando tienes semejante postal?
Final flotante
Venecia no se recorre, se navega. Su transporte público no es un gasto, es parte del espectáculo: un reality show acuático donde todos flotamos juntos, entre turistas perdidos, locales resignados y un ACTV que, milagrosamente, mantiene todo a flote.