MUSEO NAVAL DEL CARIBE. CARTAGENA DE INDIAS. COLOMBIA

Una de las más gratas sorpresas que se puede vivir dentro de un museo en Colombia. No ya solo por la gran fidelidad y dinamismo de los comentarios sino también, la impresionante inversión de dinero que se ha hecho para meter en el mismo edificio un helicóptero, un simulador de submarino, un yate, un simulador de un barco en el Ártico e incluso medio galeote de hace siglos, donde uno puede ver en realidad, las dimensiones subiendo encima.



El museo Naval del Caribe, se encuentra exactamente aquí, muy cerca del primer baluarte que se construyó en Cartagena de Indias, y que dio inicio a la muralla que rodea la ciudad.
En este artículo nos centraremos en la época en que Cartagena de Indias era sin duda, el puerto más apetecible para todos los piratas del mundo.

➡️En la planta baja se pueden ver representaciones y explicaciones de las batallas más míticas en la historia entre piratas y personas de bien, ya que Cartagena, sin dañar a nadie, recibo el ataque de múltiples piratas por los más variados motivos y excusas. Se ve cómo ésta reforzando poco a poco, dando héroes como Blas de Lezo, el medio hombre, que consiguió derrotar a 30.000  ingleses con solo 3000 hombres

➡️En el segundo piso se va más a la época actual, lo que es la armada. Hay simulaciones muy dinámica de  embarcaciones modernas, así como una extensa historia de las últimas batallas del siglo XIX y XX.

Los inicios del edificio del Museo Naval del Caribe
El 17 de septiembre de 1618, fue sina fecha me para los habitantes de Cartagena de hadas. Ese du fe trasladado oficialmente el Colegio de la Compania de Jesus a esta su nueva sede.
Una procesión solemne salió esca de la sede antigua en la Plaza Mayor, presidida por el Santisimo, que era llevado por un jesuita, el padre Guardián, bajo un rico palio cuyas varas sostenian miembros del regimiento fijo de la ciudad, mientras sus compañeros, divididos en dos destacamentos, saludaban el acto con salvas de mosquete entre el estrépito alegre de múltiples artifi cios de pólvora.

Fue un gran acontecimiento, pero se aproximaba un agrio enfrentamiento entre los jesuitas y las autorida des militares españolas, que haría tambalear desde sus cimientos este edificio.

En esos tiempos, se comenzaba a construir el cordón de murallas que rodearia toda la ciudad, para protegerla del ataque de los piratas y corsarios que la habian saquea do varias veces. El ambicioso proyecto promovido por el Rey, estaba a cargo del ingeniero italiano Cristobal de Roda, y avanzaba con paso firme por todo el borde de la costa alrededor de Cartagena, atravesando en su recorrido el terreno de los jesuitas.

Los padres contaban con el apoyo ciudadano, pero las re glas del arte militar eran claras y precisas: se requerían como minimo diez metros de ancho para la muralla, y tres más para un camino de ronda detrás de ella; no quedando en la estrecha franja costera de pro piedad de los jesuitas, espacio suficiente para continuar con la construcción del Colegio.

La edificación de las fortificacio nes avanzaba a paso firme con el trabajo de miles de esclavos africanos y los jesuitas debian recurrir a las más altas instan cias para proteger su inversión. Se quejaron ante el mismo Rey. a través de: gobernador de la ciudad don Diego Escobar: aun que con la lentitud del manejo burocrático colonial de aquellos tiempos, la respuesta sólo llegó con la Armada de Galeones de Tierra Firme, 8 años más tarde, en 1626. Felipe III ordenaba rellenar parte de la Bahia de las Animas, para mover la muralla unos diez metros hacia el exterior de su trazado original y dejar lugar al Colegio. Pero el mandato iba dirigido al gober nador y este acababa de morir.

Se reunió entonces una "Junta de Guerra" para estudiar to ordenado por el Rey, pues la muralla habia sido va edificada, y el asunto era de gran importancia estraté gica para Cartagena, Asistieron a la Junta muy altos dig natarios civiles y militares presididos por don laus fero it Vernandez de Cabrera y Bobadilla.

No se sabe que recomendación hizo la importante Junta de Guerra, pero lo cierto es que el nuevo Gobernador de Cartagena, un Caballero de la Orden de Santiago y Maes tre de Campo de los Reales retos llamado Francis co de Murga, soluciono sabiamente el conflicto, autori zando la construcción del colegio encima de la muralla. Se estaban violando así, las reglas del arte militar de su tiempo, pero el gobernador era un experto en fortifica ciones y podia darse el lujo de realizar alguna variación al dogma.


⚓CARIBES Y TAINOS

➡️Las armas
El armamento de los guerreros caribes consistia principalmente en arcos, flechas, guagkas, macanas y hachas de piedra. Dichass armas no eran instrumentos atrasados o ineficaces , sino, en realidad, armas tácticamente superiores a las de los europeos.

Los Indigenas utilizaban potentes arcos, manufacturados con maderas duras y flexibles, cuya longitud era de aproximadamente dos metros.

Las puntas da flecha empleadas en la guerra eran de madera, piedra o hueso, si bien algunas flechas eran armadas con aguijones de raya que producían heridas muy dolorosas.

El mastil de las flechas, hecho con cañas de fino grosor, tenía un largo promedio de 1.80 metros, desde la punta del proyectil hasta el empenaje: éste último, elaborado con plumas, era un dispositivo que estabilizaba la flecha durenige vuelo y la hacía girar sobre su eje, aumentando su velocidad, alcance, precisión y capacidad de penetración.

Las hachas de piedra eran instrumentos de uso doméstico, pero también, armas para combate.

Las "Guaykas" eran lanzas de madera dura, con un extremo punzante que había sido endurecido exponiéndolo al fuego. Se utilizaban, tanto en el combate cuerpo a cuerpo, como a distancia, para lo cual se arrojaban como las jabalinas olímpicas de hoy y llegaban a tener un alcance de entre 50 y 60 metros.
Los españoles tenían filosas espadas, las famosas "Tisonas" y "Roperas" de acero toledano, además de lanzas, picas, alabardas y reforzando sus armas de fuego que eran los "Arcabuces", "Espindargas", y pequeños cañones navales llamados culebrinas. Las armas de fuego de los españoles funcionaban como las actualse escopetas de perdigones: tenien capacidad para diseminar los proyectiles en un amplio espacio, pero poco alcance.

Los españoles tenían además sus veloces caballos y perros amaestrados especialmente para cazar indios.

➡️Hidalgos caballeros en el Caribe
Desde la primera crónica de la conquista del Nuevo Mundo, es decir, el  "Diario de la primera Navegación de Cristóbal Colón", se percibe, que además de la búsqueda de riquezas, la motivación de los guerreros españoles estaba inspirada en los ideales de los nobles "Hidalgos", reconocidos con su honroso título de "Don", quienes habían derrotado a los árabes musulmanes que dominaron españa por (siete) siglos.

El conquistador español trató de imitar la valentía del "Caballero" que dedicaba su vida a la defensa la Fe, el honor, las buenas costumbres y el respeto debido a su Rey. El caballero andante español, glorificado en los "Cantares de Gesta" que alegraban las celebraciones populares, y en publicaciones como "Los cuatro libros del virtuoso caballero madís de Gaula" en ambos casos, apologías de la incorruptible dignidad del héroe español, que sería ridiculizada, un siglo más tarde, por Miguel de Cervantes Saavedra, en su célebre novela "Don Quijote de la Mancha".

➡️Crónicas rosas y negras
Los Cronistas de Indias, como Juan de Castellanos o Gonzalo Fernández de Oviedo, distorsionaban los acontecimientos que reseñaban en sus escritos, para engrandecer las gestas heroicas de los conquistadores españoles. La mayoría de los cronistas enfatizó en la "Inferioridad Cultural" de los indígenas, para mostrar a los españoles como seres superiores que venían a civilizarlos o evangelizarlos.

Otra perspectiva es la llamada “Leyenda Negra" de la Conquista de América, promovida por los reyes europeos rivales de España. Esta leyenda muestra a los conquistadores españoles como bárbaros feroces, que cometieron un "Genocidio" sin par en la historia. Sin embargo, no hay pruebas de que existiera un plan premeditado de la Corona Española, para el exterminio de alguna etnia en particular. Por el contrario, como se sabe, en la América hispana se dio un intenso proceso de mestizaje entre indios y españoles.

➡️ Estrategias de guerra 
La debilidad militar de los caribes no residía en su armamento, sino en su propia concepción de la guerra, pues, para ellos, gran parte de la relación cotidiana con los poblados vecinos estaba condicionada por lo ritual. Después de cada batalla había un período de calma, durante el cual cada contendiente regresaba a su pueblo a vivir en paz, en espera del próximo encuentro; y cada poblado tenía también fechas sagradas y situaciones en las que, por superstición, sus guerreros no combatian.

Otra de sus debilidades era la manera en que se comunicaban en el campo de batalla, mediante gritos de combate, lo cual, delataba sus estrategias militares, por lo demás muy primitivas. Los guerreros caribes actuaban individualmente, tratando de conseguir, con sus hazañas, un mayor prestigio dentro de sus comunidades; así, por ejemplo, sus temibles arqueros, no formaban un frente unido para concentrar sus flechas y apoyar a los que combatian armados con hachas, guagkas o macanas, lo cual limitaba su efectividad contra una fuerza militar bien organizada.

Los españoles, en cambio, tenían una noción más moderna de la guerra, una precisa cadena de mando, el uso del engaño o la sorpresa para doblegar al enemigo, maniobras que favorecieran la capacicad de sus armas.

Los conquistadores españoles  utilizaron contra los caribes la guerra de exterminio, esto es, campañas perseverantes, destinadas al dominio de los territorios, con la aniquilación de las tribus que ofrecían resistencia. Una guerra que se hizo, demás, a base de alianzas estratégicas con caciques amigables, en contra de los pueblos belicosos, aprovechando la tradicional rivalidad entre vecinos de la cultura Caribe.

El precedente para los españoles en este tipo de estrategia, había sido la guerra librada por siglos contra los árabes que dominaron la Peninsula Ibérica durante siete siglos. En ese largo proceso, aprovecharon la enemistad entre los reinos árabes de la peninsula, llamados "Taifas" para lograr la victorianal con la rendición de Granada, 1492.

➡️Enormes bajas indígenas
El Holocausto de los indígenas del Mar Caribe a causa de la conquista, se puede medir con cifras históricas en la isla bautizada por los hispanos como "La Española", que ocupan hoy República Dominicana y Haiti. Se calcula que allí murieron en veintiocho años, entre 1492- 1520, cerca de 986.000 indígenas; unos 40.000 por año.

¿Cómo se pudo producir tal mortandad en esa Isla, en tan corto tiempo?

Las armas europeas del siglo XVI, como cañones, espadas y arcabuces, en manos de unos cuantos españoles, eran incapaces de matar en gran escala.

Así que la respuesta la tiene el experto en etnografía y demografía histórica Noble David Cook, con el siguiente párrafo que resume sus investigaciones:

"Aunque la espada fue un arma importante en la destrucción de las unidades políticas de los indigenas y en la creación de los imperios coloniales, no constituyó el principal factor que hizo posible la victoria europea. Fue el cuarto jinete del Apocalipsis, cargado de germenes, virus y bacterias, quien mató a cientos, miles y millones de amerindios".

Los indios no tenían defensas contra las enfermedades que llegaron con los europeos, como la gripa y la viruela. Una epidemia de virugla en el año de 1520, fue más letal que la guerra de conquista; y otra más desastra los golpeó en 1545. La llegada de los españoles al Nuevo Mundo, significó así el infierno para los indios tainos, arawaks y caribes. Durante el primer siglo de presencia europea, los indios pasaron de una población de 2 ó 3 millones de personas, a pocos miles. Algunos sobrevivientes se enfrentaron con sus flechas a los invasores, pero esto sólo significó su sacrificio.

⚓Juan de la Cosa
El célebre navegante y cartógrafo Juan de la Cosa, murió atravesado por múltiples flechas envenenadas, en las inmediaciones de la Bahía de Cartagena, cuando intentaba someter a los feroces guerreros caribes del poblado de Yurbaco.
 Juan de la Cosa, al igual que otros exploradores españoles, estaba capturando indios, para llevarlos como mano de obra forzada a la isla de "La Española", donde, prácticamente, había desaparecido la población nativa.


➡️ La canoa Caribe
Con algunas influencias africanas y europeas en sus formas, la canoa caribe sigue siendo de uso común entre los pescadores artesanales de la Bahía de Cartagena: quienes usan también, con gran pericia, la vela de botalón de los antiguos navegantes caribes.
Las canoas caribes se construían con los troncos de grandes árboles, haciendo una abertura a todo lo largo del tronco con hachas, para después ahondar la abertura con fuego y piedras calientes. Los caribes tenían dos tipos de canoas: unas pequeñas, con capacidad para tres o cuatro personas; y otras grandes, con capacidad para más de 50 base hombres.

Antiguo grabado donde se muestra la esencia del método constructivo de la canoa caribe, a base de fuego y la talla con hachas de piedra. Las canoas eran calafateadas con "Mene": el petroleo que brotaba de la tierra.

La tradición de construir canoas de una sola pieza, sigue viva en algunos poblados de la Costa Caribe Colombiana, pero el método requiere de la tala de grandes árboles, especialmente de los conocidos por su forma como "Tabacos", que son ya muy escasos: y nunca tan grandes como los utilizados en su tiempo por los indigenas precolombinos.


⚓BAHÍA DE CARTAGENA
La Bahía de Cartagena de Indias fue descubierta y bautizada por los exploradores Rodrigo de Bastidas y Juan de la Cosa, en el año de 1502, pero sólo treinta y un años más tarde, en 1533, se estableció en sus costas una ciudad española. La fundó don Pedro de Heredia, con el nombre original de San Sebastián de Cartagena de Indias. Se consagró a San Sebastián, quien sobrevivió milagrosamente a las flechas romanas, para que la defendiera de las flechas envenenadas de los indios caribes.

Primera fortaleza de Cartagena, levantada por don Pedro de Heredia, para guardar los impuestos recaudados para su Rey; quien era nada menos que el emperador Don Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. En aquella época, el soberano más poderoso de la tierra.

En sus primeros años, Cartagena sirvió de base para varias exploraciones hacia el interior del continente, a lo largo de la ribera occidental del Río Grande de la Magdalena.

Los exploradores no conocían la verdadera longitud del río, por lo que esperaban llegar, siguiendo su cauce, hasta el lejano Perú, donde Francisco Pizarro, otro explorador español, había conquistado el imperio de los Incas en 1533: el mismo año en que fue fundada Cartagena de Indias.

Los exploradores no llegaron al Perú, pero descubrieron las tumbas de los indios Zenú, quienes engalanaban a sus difuntos con valiosos objetos de oro puro. A falta de otra fuente de riqueza, el oro de las tumbas se convirtió en el sustento de la ciudad durante sus primeros tiempos; y en motivo de discordias entre sus habitantes.

En medio de las disputas por el oro Zenú, el propio gobernador de la ciudad, don Pedro de Heredia, terminó encarcelado y remitido a España; debía rendir cuentas ante la corte del emperador, pero nunca llegó. La carabela en que viajaba como reo naufragó frente a la costa española, y don Pedro se fue al fondo del mar encadenado en su celda.

Don Pedro de Heredia trajo los primeros esclavos africanos a Cartagena de Indias, en 1533. Eran los únicos hombres en quienes confiaba para expoliar las tumbas de los indios Zenú.

Don Pedro, su familia y sus amigos, se convirtieron en personas sumamente ricas con el oro de las tumbas. Y así también, el reparto de tesoros entre las tropas de Heredia, después de la primera incursión en el territorio de los Zenú, fue más generoso que el realizado por Francisco Pizarro, luego de su mítica conquista del Imperio Inca, en el Perú.

Para proteger sus tesoros de la codicia de otros reinos de Europa, el Rey de España ordenó que todo el comercio con el Nuevo Mundo quedara concentrado en dos flotas que partían cada año de Sevilla:

⛵La "Flota de Nueva España", que llegaba a Veracruz, México.

⛵La "Flota de Tierra Firme", que llegaba hasta el Istmo de Panamá, con escala en Cartagena de Indias.

Sin el paso por su bahía de las enormes flotas navales españolas de "Tierra Firme" durante doscientos años, Cartagena de Indias no habria pasado de ser un pequeño puerto sin pretensiones de grandeza. La ciudad carecía de fuentes de agua potable, no había minas de metales preciosos en sus cercanías, ni campos fértiles, pero la primera Flota de Tierra Firme llegó a su bahía en 1537, apenas cuatro años después de su fundación y venía repleta de fabulosos tesoros provenientes del lejano Perú.

➡️La flota que pasó por Cartagena de Primera flota Indias en el año de 1537, venía del Istmo de Panamá, comandada por el general Blasco Núñez Vela, quien transportaba en las bodegas de sus barcos 1.743.000 ducados en barras de oro y plata, provenientes, en buena parte, del tesoro arrebatado por el conquistador español Francisco Pizarro al emperador Inca Atahualpa.

➡️La segunda flota llegó a la ciudad en ese mismo año de 1537, pero en sentido contrario de la primera, es decir, en dirección al Istmo de Panamá. Allí en el pequeño puerto selvatico llamado "Nombre de mar Dios" se embarco el primer cargamento de plata, proveniente de la mina del "Potosí" una montaña de plata pura, descubierta por los españoles en lo alto de la Cordillera de los Andes, en el Perú. Este proceso se repetiría con cierta regularidad, anualmente, durante casi dos siglos.

La plata era transportada por el Oceano Pacífico desde el puerto peruano de El Callao por la "Armada del Sur", hasta la ciudad de Panamá, y de alli pasaba el istmo a lomo de mula hasta "Nombre de Dios", para ser embarcada en la Flota de Tierra Firme, que hacia escala nuevamente en Cartagena de Indias, antes de regresar a España.


⚓RUTAS

Ruta de las flotas españolas durante le primeros 27 años de operación, entre 15.7 1564. Los barcos navegaban con la corriente marina llamada "Ecuatorial del Norte"


Ruta de las flotas desde 1564, que aprovecha mejor dos corrientes marinas.
🌊La Ecuatorial del Norte, para la flota de Nueva España.
🌊La Ecuatorial Mayor, para la flota de Tierra Firme.

Las flotas atravesaban el océano entre España y el Nuevo Mundo, llamado entonces "Las Indias", entre diciembre y abril, favorecidas con los vientos alisios que soplan desde la costa africana. Y regresaban a España, con escala en La Habana, Cuba, a través del Estrecho de la Florida, con la llamada "Corriente del Golfo". 
El viaje de regreso se hacía entre abril y mayo, antes de que llegaran los temidos huracanes; pero a veces la partida se retrasaba, y a los marinos sólo les quedaban su buena fortuna o la divina providencia, para evitar un desastre.

El azaroso regreso de las flotas españolas cargadas de tesoros, enfrentadas a los designios de la naturaleza y al acecho de las flotas enemigas de otros reinos europeos, se hacía con el rumbo trazado en su primer viaje por Cristóbal Colón "NE 1/4 E" que quiere decir: Noreste cuarta Este, en el compás magnético de los barcos.

Un viaje incierto, que hacía honor a la máxima del filósofo y navegante Anacarsais: "Hay tres tipos de hombres, los vivos, los muertos y los que viajan porel mar".


LA CUSTODIA DEL CARIBE ESPAÑOL

El Mar Caribe fue un espacio imperial siempre codiciado, que la Corona Española resolvió conservar con dos pilares fundamentales: las fortificaciones, presentes en todos los puertos coloniales de la región, y las flotas de galeones, cuyos restos testimoniales han quedado esparcidos bajo las aguas por toda la gran cuenca oceánica.

La organización del comercio español con sus colonias del Nuevo Mundo a través de las flotas, se debió a la necesidad de hacer frente a los piratas. Las naves mercantiles que viajaban en solitario, eran presa fácil de los forajidos del mar, mientras que en las grandes flotas navegaban escoltadas por los Galeones del Rey. Los piratas, sin embargo, estaban al acecho, para caer sobre los barcos que se alejaban involuntariamente de la concentración naval.

Y estaban también las tormentas y los terribles huracanes, que produjeron grandes desastres navales, echando a pique, en muchas ocasiones, mercantes y galeones cargados de pasajeros y ricos tesoros.


Antonio de Oquendo, uno de los más célebres "Almirantes de la Mar Océano", quien fue Capitán General de las flotas de galeones en seis oportunidades.

Los piratas se ocultaban en las pequeñas islas del Mar Caribe, rodeadas de arrecifes de coral, que no podían atravesar los barcos grandes con quillas muy profundas. Por eso debían utilizar barcos pequeños, con pocos cañones y no más de 40 tripulantes, incapaces de abordar los Galeones del Rey para apropiarse de sus tesoros; así que sólo podían atacar las naves mercantes, desprovistas de armamento, cuando éstas se alejaban de las flotas.

El Tesoro Real en monedas y lingotes de plata y oro, así como las joyas, piedras preciosas y casi todos los objetos de valor que transportaba una flota, viajaban en los Galeones del Rey; barcos armados con poderosos cañones y tripulaciones numerosas: en cada barco iban 103 marineros llamados "Gente de mar" y 121 soldados, llamados "Gente de Guerra". Los galeones formaban la "Escuadra de Guarda", encargada de proteger las naves mercantes, que era el grupo más numeroso - de las flotas, en el que se alcanzaron a reunir, en ocasiones, más de cien barcos.


Ante la imposibilidad de atacar con éxito las Armadas de Galeones de Tierra Firme, los piratas decidieron asaltar los puertos coloniales españoles en el Mar Caribe, antes de que fueran embarcados los tesoros. Así, en una aterradora escalada de violencia, los piratas atacaron puertos que no contaban, en un principio, con fortificaciones ni armas apropiadas para su defensa. Los colonos españoles, temerosos, debían vigilar día y noche, en espera de sus desalmados depredadores.

Una Cédula del Rey de España, expedida en Valladolid el 6 de agosto de 1603, reza entre sus apartes, refiriéndose a la precaria situación de las poblaciones hispanas de Puerto Plata, Bayahá y La Yaguana, en la isla de La Española, frecuentemente asaltadas por los forajidos del mar:

"Y habiéndose consultado atentamente, me ha parecido bueno y conveniente medio este de la mudanza de los dichos pueblos, y que los ganados de ellos se retiren dentro de la tierra adonde se hubiese de poblar, sin que en las marinas ni en muchas leguas de los puertos de mar quede ninguno, para que los enemigos no se puedan proveer ni aprovechar de ellos para su comida..."

Una drástica solución al problema de la piratería, que se repitió a todo lo largo de las costas del Caribe durante buena parte del período colonial, limitando el crecimiento de las ciudades portuarias en toda esa gran cuenca oceánica. El comercio de toda Centroamérica debió concentrarse sobre el Océano Pacífico, para evadir el peligro latente de los piratas, y sólo unas pocas ciudades portuarias del Mar Caribe, que fueron macizamente fortificadas, como Cartagena de Indias, tendrían alguna opción de prosperidad en aquel ambiente de hostilidad.

Cartagena de Indias fue protegida con imponentes fortificaciones, y tuvo así victorias y derrotas contra poderosos adversarios, pero sus vecinas Santa Marta y Riohacha eran saqueadas por cuanto forajido pasaba por su rada; fueron objeto de rapiña, violaciones y destrucción, por diecinueve veces en poco más de un siglo.


PRIMEROS ASALTOS DE PIRATAS A CARTAGENA DE INDIAS: 

⚓1544

El aristocrata francés Robert Ovalle, era un aventurero que actuaba como simple pirata, sin Dios ni Ley y sin patente de corso de ningún rey, el cual hizo tristemente famosa a Cartagena de Indias con este grabado de su hazaña que circuló por toda Europa, junto con la noticia del cuantioso botin conseguido. La ciudad se convirtió así, en el máximo trofeo de piratería en todo el Mar Caribe; una angustiosa celebridad que pagaría muy caro.

Una horda de piratas, al mando del aristocrata francés Robert Ovalle, entró sigilosamente a Cartagena de Indias, en la madrugada del día de Santiago de 1544; cuando la ciudad no tenía aún fortificaciones. Los forajidos iban guiados por un navegante español llamado Juan Álvarez, que había sido azotado por el capitán Antonio Bejines, lugarteniente de don Pedro de Heredia, el fundador de la ciudad, quien nada pudo hacer para defenderla.

Juan Álvarez vengó con su espada los azotes del capitán Bejines; y la ciudad debió pagar un cuantioso rescate de 200.000 pesos de oro, para evitar ser quemada por los piratas.


1559

En 1559, apenas trece años después del ataque de Robert Ovalle, otro pirata francés llamado Martín Coté, cayó sobre Cartagena de Indias con más de mil experimentados piratas.

Comandados por su gobernador, don Juan de Bustos, los vecinos de Cartagena intentaron defender su cuidad, apoyados por quinientos indios caribes de la vecina Isla de Carex, que fueron convocados por los frailes franciscanos. Pero el pirata francés logró apoderarse de la Isla de Getsemaní, antesala de la ciudad, después de una encarnizada batalla en la que murió su hermano Juan de Beautamps, con una flecha caribe atravesada en su garganta.

El francés apuntó sus cañones contra Cartagena de Indias desde la Playa de Barahona, donde se encuentra hoy el moderno Centro de Convenciones, y obtuvo un cuantioso rescate, a cambio de no destruir la ciudad.

1568

Una pequeña flota de barcos mercantes ancló en la caleta del puerto de Cartagena de Indias, en 1568. Eran las naves del flemático pirata inglés John Hawkins, quien intentaba engañar a las autoridades y desembarcar con sus hombres para asaltar la ciudad, haciéndose pasar por un honesto comerciante; tal como lo había hecho con éxito en otros puertos hispanos del Caribe.

Pero el gobernador de Cartagena, don Martin de las Alas, no cayó en la artimaña y el inglés recibió desde la playa una lluvia de cañonazos, tiros de mosquete y hasta flechas envenenadas lanzadas por los guerreros caribes de los alrededores de la ciudad.

El pirata se alejó de Cartagena y puso rumbo a la vecina ciudad de Santa Marta con las mismas intenciones de saqueo, pero fue interceptado por la enorme Flota de Tierra Firme, que venía hacia Cartagena, protegida por algunos de los "Doce Apóstoles": los nuevos barcos de guerra españoles, llamados "Galeones", que habían sido construidos en Cuba, por orden del general Pedro Menéndez de Avilés. Hawkins sólo logró escapar con un puñado de hombres, mientras sus naves eran hundidas por los españoles.

En adelante, la Flota de Tierra Firme, que hacía escala en Cartagena de Indias, recibiria el nombre de:

"Armada de Galeones de Tierra Firme"


PIRATAS Y CORSARIOS

El derecho divino sobre el Nuevo Mundo, otorgado a los Reyes de España y Portugal por el Papa Julio II, mediante el "Tratado de Tordecillas", nunca fue reconocido por los demás estados de Europa; en especial por Inglaterra y Francia, que buscaron obtener su tajada de las riquezas de América, en una escalada de guerras contra España que duró tres siglos.

Así, astutos piratas y corsarios protegidos por los reyes de Inglaterra y Francia, se dedicaron a saquear naves y puertos en el Mar Caribe, que era la ruta obligada de las flotas españolas cargadas de tesoros.

Se tiene noticia de la piratería desde tiempos muy remotos; tal vez desde que el hombre comenzó a transportar mercancías a través del mar; y en especial cerca de frondosos archipiélagos con facilidades para esconder naves y hombres, como las pequeñas Antillas que enmarcan el Mar Caribe.

La piratería ha sido una actividad con gran poder de fascinación literaria, por estar relacionada con ideas como la libertad, la osadía, la astucia y la destreza, tanto en el uso de las armas como en el arte de navegar, pero que al ser estudiada racionalmente con sus protagonistas, hechos y consecuencias, se convierte en una actividad criminal entre las más perversas ideadas por el hombre.


Los corsarios eran piratas acreditados con un documento oficial llamado "Patente de Corso", por el cual se le concedía el permiso de usar la bandera de un estado, para asaltar naves y puertos de otro estado enemigo, en medio de una guerra. El corsario se convertía entonces en parte de la marina de guerra del país que le concedía la Patente de Corso, y podía utilizar los puertos del país para abastecerse y reclutar tripulaciones, pero debía entregar, a cambio, una buena parte del botín obtenido en sus correrías.

Patente de Corso, llamada en francés: "Lettre de Marque"

De ser capturado durante sus fechorías, el corsario tenía derecho a ser considerado como prisionero de guerra, evitando ser ahorcado en el acto, como ocurría con los simples piratas.


Los primeros piratas que acecharon al Imperio Español fueron franceses. En 1521, el célebre navegante italiano conocido como "Bernardo da Verrazzano", o bien, como "Juan Florián", quien actuaba con Patente de Corso del Rey Francisco I de Francia, capturó parte del tesoro del emperador azteca Moctezuma, mientras era llevado de México a España.

El Rey de Francia contempló asombrado el inimaginable tesoro azteca, al tiempo que la noticia de las riquezas del Nuevo Mundo se difundía por toda Europa, desatando la ambición de aventureros y facinerosos de múltiples nacionalidades, que se alistaron entonces como piratas con rumbo al Mar Caribe. Algunos nobles y aristócratas con graves problemas financieros, se pusieron a la cabeza de las expediciones, con el apoyo secreto de sus soberanos.


CASTILLO SAN LUIS DE BOCACHICA-1646
En 1640 el naufragio de tres naves portuguesas ocasiona el cierre del canal de bocagrande, esto obligó a modificar la estrategia defensiva de cartagena y con ayudas complementarias de dragado, entró a funcionar el nuevo canal de bocachica.

Fue construido en 1646 por el ingeniero italiano Juan Bautista Antonelli, en la isla de Carex, hoy Tierrabomba para proteger el acceso a la bahía exterior.

Obra de traza cuadrada conformado por cuatro baluartes y diseñado por el ingeniero Juan de Somovilla.

Destruido en 1697 por el barón de Pointis; en 1715 el ingeniero Juan de Herrera y Sotomayor propone su reconstrucción, complementándolo tácticamente con la construcción del fuerte San José de Bocachica en la isla de Barú.

En 1741, durante el proceso de reconstrucción fue atacado por la armada inglesa al mando de Edward Vernon destruyendolo en su totalidad.

Reemplazado tacticamente en 1753 por el Castillo San Fernando de Bocachica.


BATERIA DE SANFELIPE 1714
El sistema defensivo de Cartagena de Indias se reforzó emplazando en el litoral del oeste o del mar caribe un conjunto de fortificaciones conformado por tres baterías, San Felipe, Santiago y Chamba, construida por el ingeniero Juan de Herrera y Sotomayor entre 1714 y 1715.
Emplazada en un promontorio rocoso, de traza irregular, poseía cuartel y polvorín.

Parcialmente destruida por la armada inglesa al mando del almirante Edward Vernon en el año 1741.

No existen planos de esta batería, sin embargo es fácil identificar sus proporciones por las ruinas existentes.


FÁBRICA DEL BAJEL GALEÓN SEÑOR SAN JOSÉ
En el museo hay una maqueta del galeón Señor San José, a la mitad de su tamaño verdadero, de acuerdo con dibujos y manuales de construcción originales del siglo XVII. Lo reconstruido en el Museo, corresponde a la popa del navío; la parte del mismo encontrada en el fondo del mar.

El Señor San José, era un "Real" o Galeón, es decir, un bajel de guerra del Rey de España. Estaba dotado de 64 cañones y una tripulación de 550 marinos, entre gente de mar, artilleros, infanteria de marina, maestranza y oficiales.

Desplazaba 1.037 toneladas y cuatro quintos - cuatro quintas partes de tonelada.

Sus medidas eran: 38.9 metros de "Eslora", es decir, de largo total; 32.9 metros equivalentes a 60 Codos de Ribera, de "Quilla" o largo en la base de su estructura; y 11.6 metros de "Manga", que es el ancho máximo del buque.

Un Codo de Ribera, era la medida utilizada por los carpinteros españoles para diseñar sus bajeles, equivalia a 55,7270 centimetros actuales.

Sus mástiles alcanzaban 30 metros de altura, en el punto más alto del palo mayor- el situado al centro del buque. El galeón Señor San José, nave capitana que comandaba la flota; y el galeón San Joaquin, nave almiranta, que navegaba detrás de la flota, eran buques gemelos. Fueron construidos entre 1696 y 1699, en el astillero de Mapill, situado a 12 kiló metros del mar, en un recodo de las riberas del Rio Oria, Guipúzcoa, Pais Vasco. El astillero estaba en una zona de cons tructores navales, rica en madera, muy cerca de las fundicio nes de hierro de Usurbil, que aportaban herramientas, clavos, anclas y herrajes.

Fue construido por una prestigiosa familia de carpinteros de ribera, el maestro Pedro de Aróstegui y su hijo Francisco, quienes tenían un contrato firmado con la Corona Española.

La supervisión directa de la construcción de los dos galeones estuvo a cargo del ingeniero naval Antonio Caztañeta e Iturri Balzaga, quien fue también el encargado de llevarlos hasta el puerto de Cádiz, para hacer la entrega oficial a la Armada Española.

Su diseño debía corresponder a las directrices del "Superintendente" de la Armada Española, Francisco Antonio Garrote.

Su comandante era Don José Fernández de Santillán, Conde de Casa Alegre, Capitán General de "La Guarda de la Carrera de Indias", es decir, la flota de combate que tenía como misión, transportar los recaudos del Rey desde América hasta España; y defender los barcos mercantes del ataque de los enemigos.


A BORDO DE UN GALEÓN

El "Galeón" era un bajel de alto bordo que alcanzó su apogeo en el siglo XVI, ante las deficiencias que habían demostrado tener las carabelas y naos de los descubridores, sus antecesores en los viajes a través del océano. Los primeros galeones fueron construidos a principios del siglo XVI por Francisco I de Francia, a partir de los barcos que utilizaban los de Francis Drake y Venecianos para comerciar por el Mar Mediterráneo, y sólo hasta 1540 fueron propuestos al Rey de España por los comerciantes sevillanos, como barcos de guerra para proteger las recién establecidas flotas al Nuevo Mundo.
Años más tarde fueron construidos los primeros galeones españoles, con todas las caracteristicas que los distinguirían durante los siguientes ciento cincuenta años; los primeros doce galeones bautizados simbólicamente con los nombres de los apóstoles, que pesaban cada uno 200 toneladas entre madera y artillería.

En 1590 fueron reglamentadas las medidas de los galeones españoles, luego de ser construidos doce barcos más del mismo tipo en 1580, pero esta vez con un peso de 400 toneladas cada uno y un despliegue de artilleria mayor que el de sus antecesores; debían enfrentarse a poderosas naves inglesas como "La Revenge".

Los galeones debían tener al máximo 41 metros de eslora total (largo), pero sólo 30,5 en el fondo de la quilla; la manga o ancho debía ser del largo (10 metros); y la altura del casco hasta la cubierta debía ser la mitad del ancho (5 metros). Las restricciones de tamaño obedecian a que los barcos debían estar en condiciones de remontar el Rio Guadalquivir, hasta Sevilla.
El Rey había ordenado, desde 1522, que todos los barcos españoles destinados al Nuevo Mundo estubieran armados, para defenderse de los piratas; y desde 1526 estaba prohibido que navegaran solos
por aguas del Caribe, aunque la primera Armada de Tierra Firme sólo surcó el océano hasta 1537, por un acuerdo de conveniencia entre los comerciantes sevillanos. Siguieron flotas anuales 1543 y 1545, y en 1550 estaban establecidas y reguladas oficialmente como un sistema eficaz de control y defensa.

La participación en las flotas no era sin embargo ineludible, pero ante el descubrimiento de la riquísima mina de plata del cerro del "Potosí", en el Alto Perú y las enormes pérdidas de ese metal sufridas a manos de los piratas por los navíos que seguían navegando individualmente o en pequeños grupos, la flota se impuso como fórmula obligatoria a partir del año de 1563. En 1565, las flotas ya concentraban todo el comercio de España con América.


➡️Los barcos de transporte que tomaban parte en el convoy pagaban un oneroso impuesto llamado "Derecho de Avería", para sufragar los gastos de la "Escuadra de Guarda", formada por un conjunto de poderosos galeones que los defendian durante el viaje.

El grueso de las flotas estaba formado por diversos tipos de barco como el "Petache", la "Fragata", la "Galera", el "Filibote", la "Urca"; y los galeones comerciales medianamente artillados. Los barcos mayores llegaban a transportar hacinadas más de 400 personas, entre tripulantes, soldados y pasajeros; además de toneladas de preciosa carga, que podría ser avaluada al cambio de nuestros dias en cientos o miles de millones de dólares. En los puertos peninsulares se embarcaban los pasajeros autorizados por el monarca, además de muchos ilegales, pues las normas al respecto eran excesivamente severas.

Una Cédula Real de 1536, que se recordaba periódicamente a los oficiales reales, prohibía así el embarque de proscritos: "Ningún reconciliado, o nuevamente convertido à nuestra Santa Fe Católica, de moro, o de judio, ni hijo suyo, ni hijos, ni nietos de persona que públicamente traido Sambénito (hábito infamante impuesto temporalmente por la Inquisición a los herejes menores), ni hijos ni nietos de quemados o condenados por herejes, por el delito de la herética pravedad, por linea masculina, ni femenina, pudiesen pasar a Indias, aunque tuviesen habilitación de su pena de perdimiento de bienes y de cien azotes, destierro perpetuo de las Indias, y la persona a merced del Rey (con cuentas pendientes con la justicia)".

La flota de Tierra Firme, que debía atravesar el Caribe infestado de piratas desde el Istmo de Panamá y Cartagena, con sus bodegas repletas de tesoros, iba custodiada regularmente por 6 o más barcos de guerra fuertemente armados.

➡️La seguridad de un galeón durante la navegación, se basaba en un sistema de tres guardias con turnos de cuatro horas.

- La primera era llamada "Guardia del capitán": comenzaba a las cuatro de la tarde y duraba hasta medianoche,

- La segunda era llamada "Guardia del piloto" también llamada "Mo dorra": iba desde la medianoche hasta las ocho de la mañana

- La tercera era llamada "Guardia del maestre": empezaba a las ocho de la mañana y terminaba a las cuatro de la tarde, cuando empezaba nuevamente la "Guardia del Capitán"

El cambio de timonel y vigía se realizaba cada hora. El timonel sali ente comunicaba al capitán de guardia el rumbo, el cual a su vez, pasaba ese dato al timonel entrante.

Cada media hora un grumete cantaba la hora, dando la vuelta a un reloj de arena, con un campanazo y un verso:

"Una va de pasada, y en dos muele; más molerá si mi Dios Querrá; a mi Dios pidamos que buen viaje hagamos; y a la que es Madre de Dios y Abogada Nuestra, que nos libre de agua, de bombas y tormentas". Al final gritaba dirigiéndose a proa: ¡ Ah de proa! ¡ Alerta y vigi lante!

Para medir la velocidad del barco se usaba la corredera, que consistía en una pieza de madera que se iba soltando en el agua por la popa p del barco sujeta por un cabo marcado con nudos, a intervalos regula res. Midiendo el número de nudos que pasaban por la mano del op- I erador de la corredera en un tiempo controlao por medio de un reloj.


⚓NAUFRAGIO
El naufragio es la muerte de un navio; el fin de su vida activa, como sucede con cualquier mortal, pero a diferencia de los seres humanos, cuando fallecen, el espiritu de los barcos no se separa de sus restos; permanece con ellos en el fondo del mar.

Los restos de navios hundidos, que reciben el nombre científico de "Pecios", son cápsulas de tiempo que el agua salada conserva en la serenidad de las profundidades. Los "Pecios" son valiosos documentos para la historia. Un patrimonio cultural de la humanidad que debe ser preservado en su estado original, como lugares sagrados para ser vistos y estudiados, pero jamás perturbados en la serenidad con que duermen junto al espíritu de su vida activa: guerreros, comerciantes, exploradores, piratas, contrabandistas... y muchos más.

EL ÚLTIMO GALEÓN 
El San José fue uno de los últimos galeones construidos en España. En 1708, los galeones eran ya barcos anticuados y el futuro era para los "Navíos de Línea" como el "Kingston", el "Expedition" o el "Portland", que lideraban las flotas navales de Gran Bretaña. El trágico naufragio de este galeón, fue también el final de las Armadas de Tierra Firme, al quedar demostrado que podían ser vencidas por las flotas corsarias enemigas que merodeaban el Mar Caribe. Once años después del desastroso asalto del corsario francés, Barón de Pointis, Cartagena de Indias perdía también las flotas navales que le habían dado prosperidad; era el ocaso total de la mítica riqueza de la ciudad.

Se observan resplandores y fogonazos en el Galeón San José; se escuchan gritos desesperados y una bola de fuego se eleva por encima del palo mayor. Es una explosión sorda, con poco ruido, porque ocurre dentro del casco, en el que se abre un gran boquete y el barco se hunde, según los testigos: "En el tiempo que se tarda en rezar un Credo". Casi seiscientas personas mueren a bordo de la nave capitana de la Armada de Galeones de Tierra Firme, incluyendo a su comandante, Don José Fernández de Santillán, Primer Conde de Casa Alegre. Sobreviven sólo siete marineros en lo alto de las gavias.


Botijas de una arroba utilizadas para transportar granos, como garbanzos, alverjas o frijoles blancos; también podía contener cereales como trigo o cebada.


ASALTO DE FRANCIS DRAKE A CARTAGENA DE INDIAS.
1586 EL FINAL DE UN AMOR ENTRE DOS PODEROSOS SOBERANOS QUE SE CONVIRTIÓ EN ODIO

El Emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, abdicó al Trono, en 1556, para retirarse a la vida espiritual en un monasterio. Su hijo, Felipe II asumió la Corona de España, que era, en ese momento de la historia, el reino más rico y poderoso de la tierra. Sus flotas dominaban los mares, pero los piratas se habían convertido en la peor desgracia para sus puertos coloniales, especialmente en el Mar Caribe.

Contra los piratas, luchaban juntos los indios caribes y los colonos españoles, antes feroces enemigos; y en cada puerto del Mar Caribe las autoridades construían pequeñas fortificaciones, con dineros aportados por la ciudadanía, porque no tenían el apoyo de su Rey.

Felipe II de España, intentó poner orden en sus colonias en 1579, con una poderosa flota de galeones al mando de don Cristóbal de Erazo, que limpió temporalmente el Mar Caribe de la presencia de los piratas; muchos fueron capturados y ahorcados, pero el astuto Francis Drake no cayó en su redada, porque había navegado hasta el extremo sur del continente, girando por el Cabo de Hornos, para asaltar por primera vez las colonias españolas en el Océano Pacífico.

Francis Drake terminó dándole la vuelta al mundo con su rico botín; una hazaña por la que fue nombrado "Caballero" en 1580, de mano de propia reina Isabel I de Inglaterra; el pirata entró a formar parte de la nobleza del reino y sería conocido como Sir Francis Drake. Felipe II de España, enfurecido con la distinción de nobleza otorgada por la reina a un pirata que asolaba sus colonias, empezó a buscar pretextos para declararle oficialmente la guerra a Inglaterra.

Inglaterra y España fueron reinos amigos, católicos y obedientes al Papa, hasta que en 1533, el mismo año en que fue fundada Cartagena de Indias, un grave desacuerdo llamado la "Cuestión Real" empezó a distanciar las dos naciones.

Enrique VIII Tudor Rey de Inglaterra, estaba casado con Catalina de Aragón, la hija menor de los Reyes Católicos de España: Fernando de Aragón e Isabel de Castilla. Catalina de Aragón le había dado a Enrique VIII una hija llamada varios hijos María y varones que habían muerto al nacer. Pero la Corona Inglesa necesitaba heredero masculino al Trono y la reina, entrada en años, ya no podía concebir más hijos.

Así, mediante una artimaña legal denominada "Cuestión Real", Enrique VIII hizo anular en el parlamento inglés su matrimonio católico con Catalina de Aragón, en contra de la voluntad del Papa Clemente VII. Catalina y su hija María fueron despojadas de todos sus privilegios, y el Rey se casó con Ana Bolena esperando que le diera un heredero.

El Papa Clemente VII respondió a la afrenta excomulgando a Enrique VIII y éste, a su vez, se separó oficialmente de la Iglesia Católica, para fundar la "Iglesia Anglicana", que desconocía la autoridad divina del Papa y tendría como maxima autoridad al propio Rey de Inglaterra.

Enrique VIII sólo pudo concebir un heredero varón, ya al final de sus días, luego de varios matrimo nios, pero su hijo era un niño enfermizo que fue coronado como Eduardo VI, aunque no logro alcanzar la mayoría de edad requerida para gobernar. Murió con sólo quince años y ascendió entonces al trono su media hermana María la hija de Catalina de Aragón.


María I, quien fue la primera mujer en el Trono de Inglaterra, se casó en 1554, con su pariente el Príncipe Felipe de Habsburgo, el hijo de Carlos I de España y heredero al trono; es decir, el futuro Rey Felipe II, quien fue así Rey de Inglaterra antes que de su propio país. Inglaterra y España volvieron a ser naciones amigas, si bien, esta armonía duraría poco.

Felipe se casó con Maria I por "Razones de Estado" y no tuvieron descendencia. En secreto, Felipe entregaba sus afectos a la media hermana de su esposa, la joven Isabel, hija de Ana Bolena, segunda esposa de Enrique VIII. 
Maria I de Inglaterra correspondía al interés del gallardo español, que se destacaba entre la nobleza intrigante y frívola de aquellos días, como un hombre de principios, fuerte de carácter, profundamente religioso y decidido en sus acciones.

En 1556, Felipe ascendió al Trono de España como Felipe II y fue Rey de ambas naciones, aunque sólo por dos años, porque su esposa, Maria I de Inglaterra, murió en 1558. La sucedió en el Trono de Inglaterra su media hermana Isabel I, la hija de Enrique VIII y Ana Bolena, quien le propuso entonces a su admirado Felipe II, ahora viudo, unirse en matrimonio.

Pero en contra de las esperanzas de la reina enamorada Felipe II rechazó su oferta por "Razones de Estado". Por encima de cualquier sentimiento se impuso de nuevo la "Cuestión Real", pues era bien sabido en sus círculos íntimos, que Isabel I, la nueva Reina de Inglaterra, tenía impedimentos físicos para concebir hijos y España necesitaba un heredero al Trono.

El desprecio de Felipe II de España, convirtió el amor que le profesaba Isabel I de Inglaterra, en un odio profundo, que sumado a rivalidades económicas y religiosas, dio inicio a una guerra a muerte entre los dos reinos, que con sólo unos cortos intervalos de paz, duró casi tres siglos.

Cuando Isabel I de Inglaterra fue coronada el 17 de noviembre de 1558, su reino estaba en guerra con Francia, no había dinero en las arcas del estado y los ingleses se debatían en rivalidades religiosas entre anglicanos, católicos y calvinistas; así también, para colmo de males, había otros pretendientes al Trono que conspiraban contra ella.

También en rechazo de Felipe II afloró en ella una férrea voluntad para superar los problemas de su país. Por derecho, como Reina de Inglaterra, asumió el liderazgo de la religión Anglicana, fundada por su padre Enrique VIII, y comenzó a perseguir por igual a católicos y calvinistas.

Consciente de su imposibilidad de concebir hijos, Isabel I declaró ante el parlamento inglés su firme propósito de permanecer soltera, por lo que fue llamada la "Reina Virgen"; aunque en realidad tuvo un buen número de "Favoritos".

Para conseguir fondos, la Reina apoyó en secreto la actividad de los piratas contra los dominios españoles en América. La piratería inglesa se generalizó así en el Mar Caribe desde el año de 1567, con las correrías de John Hawkins y John Oxman, quienes se refugiaban en una base secreta situada en la pequeña Isla de Pinos, al sur de Cuba; allí se les unió luego un pariente de Hawkins, llamado Francis Drake. Los tres piratas asolaron el Mar Caribe durante doce años.

➡️Isabel I de Inglaterra el dia de su coronación

El conflicto empezó oficialmente en el año de 1585, cuando Felipe II le declaró la guerra a Inglaterra. Isabel I, por su parte, pudo entregar entonces una "Patente de Corso" al célebre pirata Francis que se hacía llamar "El Dragón de los Mares", para que asaltara, en nombre de la Corona Inglesa, los puertos españoles en todos los mares del mundo.

Drake asalto a cartgena de Indias un año mas tarde, en 1586




1697 ASALTO DEL BARON DE POINTIS.
 EL TRISTE FINAL DE LA PROSPERIDAD DE CARTAGENA DE INDIAS

➡️CARLOS II
Carlos II de Habsburgo, Rey de España conocido como "El Hechizado", era hijo de Felipe IV con su prima Mariana de Austria. Su sobrenombre venía de su lastimoso estado físico, atribuido por el pueblo español a causas diabólicas, pero que en realidad era producto de los sucesivos matrimonios consanguíneos de la familia Habsburgo. Carlos nació raquítico, enfermizo, de muy escasa inteligencia y lo más grave para la Corona Española: no podía tener hijos; por lo que a su muerte, se desencadenaría un grave conflicto por la sucesión al Trono.

Carlos II "El Hechizado" que espera el final de sus días en su lecho de enfermo, sin haber podido procrear un hijo como heredero directo a la Corona de España, redacta, a cambio, un testamento. Por derecho, como Rey, Carlos II escoge como sucesor en el Trono a un pariente alemán, el Príncipe Elector de Baviera José Fernando de Habsburgo.

Luis XIV de Francia, con su nieto Felipe, Duque de Anjou, aspirante también al Trono de España, no acepta la decisión de Carlos II. Se mueve la diplomacia; se radicaliza la posición de los reyes de toda Europa y la del mismo pueblo español: unos a favor del príncipe alemán, otros a favor del francés. El soberbio Rey de Francia, busca entonces presionar al débil Carlos II. Ordena una expedición de saqueo contra Cartagena de Indias, la más rica de las ciudades portuarias del Imperio Español en todo el mundo. Al mando de la expedición, nombra a uno de sus más avezados marinos: Juean Bernard desjeans, Barón de Pointis.

➡️BERNARD DESJEAN, BARÓN DE POINTIS
El Barón era un hombre astuto, con gran prestigio como marino, que en 1697, a los 52 años de edad, realizó la mayor mayor hazaña de su vida: el exitoso asalto a Cartagena de Indias, con el que se hizo inmensamente rico y muy apreciado por su Rey Luis XIV de Francia.

Luego del asalto, publicó un libro titulado "Relación de l'expédition de faite par Carthègene les François en 1697"

➡️JEAN BAPTISTE DUCASSE

Era un osado marino, aventurero y corsario francés, que había hecho fortuna con el comercio clandestino de esclavos en el Mar Caribe. Desde 1691, había sido nombrado por el Rey Luis XIV, en el cargo de "Gobernador" de la colonia ilegal francesa de Saint Domingue, en la parte oriental de la isla caribeña de La Española, lo que le permitió establecer una tenebrosa amistad con los bucaneros de la vecina Isla de Tortuga.

Luego de su participación en el exitoso asalto a Cartagena de Indias, él y sus hombres recibieron un premio de 1,4 millones de francos. Ducasse fue ascendido entonces al grado de Almirante de la Armada Francesa y nombrado por Luis XIV, "Caballero de la Orden de San Luis".

➡️Preparación 
La expedición corsaria se alistó en los astilleros militares del puerto francés de Brest. El Rey Luis XIV aportó los navíos de guerra; y un grupo de "Armadores" o comerciantes marítimos privados, aportaron los recursos económicos para la expedición. Las dos partes firmaron un convenio para el reparto de las enormes riquezas que esperaban encontrar en Cartagena de Indias, de acuerdo con el informe de los espías franceses. El Barón de Pointis, comandante de la expedición designado por el Rey Luis XIV, tenía, además, la orden expresa de conservar la ciudad, luego del saqueo de sus riquezas, con gobernador y presidio francés.

La flota francesa, que estaba formada por 4.000 hombres, entre marineros y soldados, embarcados en 19 barcos, se hizo a la vela a principios de enero de 1697. El seis de marzo llegó a Leogane, el centro de la colonia francesa de Saint-domingue, hoy Haití, para una escala prevista, antes de caer sobre Cartagena de Indias. Allí se sumaron a la expedición 1.200 filibusteros, al mando del gobernador de la colonia, Juan Bautista Ducasse, además de los "Bucaneros" de la vecina Isla de Tortuga; numerosos piratas convocados de otras islas del Caribe y un grupo de negros macheteros, como mano de obra. El poderoso cuerpo expedicionario levó sus anclas con rumbo a Cartagena de Indias en la mañana del día primero de abril de 1697. Estaba formado ya por 29 navíos y más de 5.000 hombres de toda calaña.

Cartagena de Indias, tenía fortificaciones consideradas invencibles, no parecía una empresa con posibilidades de éxito, pero el Rey Luis XIV tenía información secreta conseguida por sus espías.

Protegida por la sola imagen de poder de sus fortificaciones, Cartagena de Indias se había olvidado de la guerra. La ciudad estaba habitada por una sociedad civil y religiosa, dedicada por completo al disfrute de su prosperidad y la corrupción se había apoderado de la administración colonial, bajo el lema de "Dios está muy arriba y el Rey está muy lejos". De la nómina de 400 soldados, que componían la guarnición permanente del recinto amurallado, sólo 40 acudían regularmente a sus puestos. Los cañones de hierro se habían oxidado sobre cureñas de madera podrida, que se desarmarían al primer disparo. No había un ingeniero a cargo del mantenimiento de las fortificaciones y los depósitos estratégicos de municiones y víveres permanecían vacíos.

La sociedad cartagenera estaba dividida en grupos sociales perfectamente diferenciados entre sí. Una minoría compuesta por los "Blancos de Castilla", adornada con titulos nobiliarios, manejaba la administración colonial y el comercio; los "Blancos Criollos" eran titulares de las haciendas y las "Encomiendas" de indios sobre una extensa región; mientras que la gran mayoría de la población estaba compuesta por negros, mestizos y mulatos, ajenos por completo a los intereses del Rey de España y la defensa de la ciudad. Los espías franceses describían a la generalidad de los habitantes de Cartagena como: "Flojos por naturaleza, cobardes y poco amantes de su Rey".

Quedó demostrado que las míticas murallas castillos de Cartagena de Indias no eran invencibles; y más aún, podían ser dominadas con facilidad. Así que los ricos y los nobles se fueron de la ciudad, dejando sus grandes casonas en "Capellanía", para que fueran explotadas a perpetuidad por las comunidades religiosas.

La Armada de Galeones cambió ese año de ruta, para regresar a España directamente desde Portobelo, puerto del Istmo de Panamá, sin hacer su escala habitual en Cartagena. Los recaudos fiscales y la administración colonial se concentraron en Santa Fe, ciudad situada al interior del continente, lejos de los corsarios, que se convirtió, años más tarde, en la sede del Virreinato de la Nueva Granada.

Después del asalto del Barón de Pointis, en el an de 1697, Cartagena nunca volvió a ser la "Reina de las Indias".


CONSECUENCIAS DEL ASALTO DEL BARON DE POINTIS

El principal atractivo de Cartagena de Indias como lugar de residencia para los ricos y los nobles, en el ambiente hostil del Mar Caribe, había sido la seguridad que ofrecían sus murallas y castillos. Los conventos de la ciudad habían funcionado como bóvedas de seguridad para los bienes de las comunidades religiosas en toda la región; y la Real Hacienda había mantenido en el edificio de las Casas Reales de Cartagena, los recaudos fiscales de todo el Nuevo Reino de Granada y de Quito, para que fueran embarcados en las Armadas de Galeones de Tierra Firme. Los comerciantes que venían cada año a la Feria de Galeones, se habían sentido seguros dentro del recinto amurallado, con sus valiosos productos, oro, perlas y esmeraldas. Y también las Armadas de Galeones habían encontrado un refugio seguro en el puerta de la ciudad, confiando en el Castillo de San Luis de Bocachica como cerrojo de la única entrada a la bahía. Pero todo esto cambió con el asalto en 1697.


⚓BLAS DE LEZO EN CARTAGENA.
EL PORQUÉ DE QUE SE SIGA HABLANDO ESPAÑOL EN COLOMBIA Y LOS INDÍGENAS NO ESTÉN EN RESERVAS

Aunque misteriosamente el Museo Naval del Caribe de Cartagena de Indias, no destaca en casi ningún rincón del museo (más hayá de nombrar las fortificaciones que se destruyeron en esa batalla y de las réplicas de sus dos pistolas, que no vimos), la notoriedad de uno de los personajes más importante de la historia hispanoamericana, haremos un resumen con fuentes de fuera del museo.
El Almirante Edward Vernon, un aristócrata de influyente familia que gozaba de gran experiencia tanto política como militar, era la persona que dirigía el ataca contra Cartagena de Indias. Al igual que Lezo, servía en la Armada desde su primera juventud, y en 1741 era muy respetado en la opinión pública británica, que celebraba entusiasta su conquista y destrucción de Portobelo (Puerto Bello) y del fuerte de San Lorenzo, ambos en Panamá. Aunque había fracasado en su ataque a la Guaira, el éxito anterior le movió a acariciar objetivos más ambiciosos: la conquista de Cartagena de Indias, con lo cual conseguiría la llave de las comunicaciones españolas en el continente y bloquearía el flujo de metales preciosos hacia la metrópoli. El resto de las posesiones españolas caerían como fruta madura si lograba tomar la plaza, o al menos eso esperaba Vernon.
Había mandado una segunda flota al mando de Anson para que bordease el continente y atacase las posesiones españolas desde el Pacífico. Si lograba su objetivo, un desembarco inglés en Panamá abriría también la opción de atacar Cartagena de Indias por la espalda. Pero finalmente los dos marinos ingleses fracasaron. 

El primer ataque de Vernon contra Cartagena, con fuerzas muy escasas, se remontaba a 1740. En esa misma primavera lo intentaría una segunda vez, pues se trataba de menos ataques de tanteo, útiles para comprobar el estado de las defensas y la capacidad de reacción de los españoles. Supo entonces que Lezo había utilizado sus escasos recursos bien. 
La expedición de 1741 estaba en cambio planeada sin reparar en gastos, y a un nivel colosal. 
La defensa quedó reducida a tan sólo 3000 soldados españoles, de los cuales 600 eran indios de los denominados flecheros y alrededor de 1000 milicianos. Los británicos arribaron a Cartagena de Indias con una gigantesca fuerza de desembarco: 24.000 soldados regulares “casacas rojas”, 1000 esclavos negros macheteros y 2500 milicianos de Virginia.
Tan sólo seis buques de guerra estuvieron prestos en 1741 para defender las aguas de la bahía (el Galicia, el San Carlos, el San Felipe, el África, el Dragón y el Conquistador.), y prácticamente acabaron todos hundidos: algunos de ellos por los propios españoles, que trataron inútilmente de cerrar el paso de los navíos británicos en las gargantas con los mástiles de los barcos sumergidos, pero la gran profundidad de las aguas redundó en un sacrificio inútil. 
Otros barcos fueron enviados al fondo por el fuego inglés, especialmente tras la caída del fuerte de San Luis. En esos momentos la desproporción de fuerzas y disparidad en el número de bocas de fuego devengó en una lucha sin esperanzas, en la que los barcos españoles lucharon hasta el aniquilamiento. Se esperaba que la flota de Rodrigo Torres, que fondeaba desde hace algún tiempo en Santa Marta, apareciese por sorpresa para atacar la retaguardia de Vernon y aplastarlo contra las defensas fortificadas y las baterías costeras de la ciudad. Pero Torres, escaso de suministros al igual que su colega francés y requerido en España, abandonó el escenario, dejando a los defensores completamente solos. Debe recordarse que frente a esos seis buques españoles la flota de invasión británica estaba formada por casi doscientos barcos que totalizaban 2000 cañones.  La desproporción numérica es evidente. 

La flota invasora fue avistada en la ciudad el 13 de marzo, y el día 15 Cartagena de Indias estaba completamente bloqueada. El plan de Vernon era sencillo y eficaz: ir destruyendo las fortificaciones exteriores una por una mediante la concentración de su poderoso fuego naval. Así, paso a paso, sería capaz de rendir las sucesivas líneas de obstáculos, penetrar en la bahía y castigar la ciudad lo suficiente para que sus tropas pudiesen tomarla al asalto. Un desembarco de distracción en la Boquilla, que como era previsible quedó atascado y no ofreció ganancias significativas, preludió el ataque principal de su escuadra sobre las baterías y fuertes que defendían Bocachica.  Se desató un desigual duelo de artillería a lo largo de los días 17 al 19. Tras varios amagos de acercamiento y ataques concentrados, las baterías de Chamba, San Felipe y Santiago quedaron destruidas. Los supervivientes se retiraron al fuerte de San Luis, que apoyado por la escasa flota española (especialmente por los magníficos buques Galicia y San Felipe), resistió hasta el 5 de abril. Pese a las desesperadas llamadas de Lezo, el Virrey Eslava desoyó continuamente tales advertencias y se negó a distraer fuerzas desde diferentes puntos de la ciudad para reforzar la primera línea. Vernon no tardó en aprovechar tal oportunidad y comenzó a desembarcar hombres y artillería en los territorios conquistados. Pronto doce morteros y dieciséis cañones castigaban desde tierra al San Luis. De nuevo, la impericia de los responsables con mando en plaza benefició de manera incalculable a los británicos: el perímetro defensivo del fuerte no había sido desbrozado y talado como era necesario, por lo que la artillería y la infantería enemiga pudo utilizar el bosque cual cobertura para atacar y camuflarse. Los navíos británicos se sumaron al ataque (trece de ellos concentraron todos sus cañones exclusivamente contra el fuerte), y pese que cinco quedaron prácticamente inservibles, la situación crítica y la desproporción de fuerzas llevaron a la inevitable consecuencia.  

El África y el San Carlos se sacrificaron para cubrir en lo posible la retirada de los escasos defensores supervivientes. Blas de Lezo ordenó el hundimiento del Galicia, seriamente dañado, pero no hubo tiempo a cumplir las órdenes y fue capturado por los ingleses. Ese día nefasto para las armas españolas quedó refrendado con la destrucción del fuerte de San José, cañoneado a muerte por los británicos. La entrada por Bocachica quedaba así expedita. Hay que destacar que el único artífice de la resistencia hasta ese momento fue Blas de Lezo, pues gracias a su primorosa combinación de fuegos largos y cortos y al excelente conocimiento artillero que atesoraba se pudo retrasar y detener el abrumador poderío de la escuadra enemiga durante tanto tiempo. Pero aun así la situación general empeoraba a pasos agigantados. Nuevos desembarcos en la Boquilla (600 hombres) amenazaban con rendir la ciudad con una pinza estranguladora. En ése sector los ingleses comenzaron a lanzar golpes de mano contra las baterías de defensa, y la respuesta por parte de los españoles no se hizo esperar, con emboscadas y contraataques. Eslava ordenó el hundimiento del Dragón y el Conquistador para taponar la bahía e impedir el paso de la escuadra británica, pero como hemos dicho fue inútil, al igual que lo fue desmantelar el fuerte de Cruz Grande, que junto con Manzanillo podría haber sometido a fuego cruzado a los invasores. La impericia del Virrey llevó aquí al punto de máximo enfrentamiento con Blas de Lezo, que en los próximos días incluso llegó a ser relevado del mando. Pero dada la situación angustiosa, con los ingleses enseñoreándose de la isla Manga y asediando ya el San Felipe, último bastión defensivo antes de la ciudad, Eslava se tragó el orgullo y pidió al experto marino que retomara el mando. De no ser así, Lezo indudablemente se hubiese batido hasta el final como simple soldado raso. Mientras la Union Jack ondeaba triunfal también en la Popa y las bombas caían por doquier ya dentro de los núcleos urbanos, Lezo ideó su última defensa. Comprendiendo la ineficacia de las medidas tomadas hasta el momento, Lezo concibe la audaz idea de sacar a los hombres de los fuertes para atrincherarlos en el exterior. Fosos y sacos terreros son emplazados por doquier, y la coordinación magistral de los fuegos del fuerte san Felipe con los de Manzanillo y San Sebastián crearon un campo de tiro cruzado desde tres puntos que hizo a Vernon retirar el apoyo de su escuadra a los ataques por tierra. 
Receloso de arriesgar sus ya muy castigados barcos (entre diez y doce de sus grandes unidades estaban fuera de combate o ingobernables, con los numerosos destrozos), el Almirante se negó en rotundo a secundar con fuego naval los asaltos directos contra el enorme San Felipe, recibiendo las quejas de sus subordinados, especialmente de los comandantes de las fuerzas de tierra. Pese a la gran desproporción numérica, los defensores resistieron todos los asaltos, y cuando la infantería británica y los virginianos flaqueaban una audaz salida desde el fuerte, reforzada al máximo por Blas de Lezo, que lanza al combate todo lo que quedaba, hasta el último hombre. En desventaja de cuatro contra uno, la carga a la bayoneta española es un éxito rotundo, barriendo las posiciones enemigas ya al límite de la resistencia. No quedó más remedio al mando inglés que ordenar la retirada, que se convierte en una desbandada mientras todo el ejército británico es presa del desánimo y el caos. 
El calor, el hambre y las enfermedades harán el resto. Dada la enorme cantidad de cadáveres insepultos tanto en tierra como en el mar, la peste no se hace esperar. Una epidemia se cebará terriblemente con las fuerzas invasoras, cuyas pérdidas totales rondarán los 6000 - 8000 hombres. Con la flota muy maltrecha y la capacidad de resistencia quebrantada, Vernon ordenará el repliegue, furioso y despechado (God Damn you, Lezo!), dejando a miles de hombres a su suerte; los prisioneros serán numerosos. Lamentablemente, sin tiempo apenas para dar gracias o celebrar su victoria, Blas de Lezo morirá poco después, víctima a su vez de la epidemia de peste.  


⚓1735: CARTAGENA DE INDIAS EN EL PENSAMIENTO CIENTÍFICO DEL "SIGLO DE LAS LUCES"
Lis tenientes de navío y científicos militares Jorge Juan y Antonio de Ulloa, entraron a la Bahía de Cartagena al anochecer del 7 de julio de 1735. Llegaron a bordo de dos grandes navíos de guerra españoles destinados al "Apostadero" o base naval de Cartagena de Indias: Jorge Juan a bordo del "Conquistador" de 64 cañones; y Antonio de Ulloa en el "Incendio" de 50 cañones. La tripulación de los barcos cantó un "Salve Regina" a la vista del monasterio de la Virgen de la Candelaria, situado en la cima del Cerro de la Popa, que domina la bahía. Seguidamente, de acuerdo con la costumbre, la plegaria terminó en cada barco con una salva de once cañonazos y la ovación de "¡Viva la Virgen!"

Los científicos españoles estaban de paso por Cartagena, donde debían encontrarse con una comisión de astrónomos franceses. Juntos tenían la misión de verificar sobre la línea del Ecuador "El Arco" o verdadera forma y magnitud de la tierra, que se sospechaba, no era completamente esférica, sino achatada en los polos. Una precisión que resultaba definitiva para un nuevo sistema de localización universal llamado "Coordenadas Geográficas".

Jorge Juan y Antonio de Ulloa, llegaron a Cartagena muy cerca de la fecha convenida en Europa, pero los franceses tardaron largos cuatro meses, y sólo llegaron hasta el 15 de noviembre. Así que los científicos españoles tuvieron tiempo de sobra para estudiar, detenidamente, todas las facetas de la ciudad, desde su entorno natural hasta las costumbres de sus habitantes. Estas observaciones fueron publicadas en un hermoso libro ilustrado, titulado "VIAJE A LA AMÉRICA MERIDIONAL", el cual tuvo gran difusión en los altos círculos intelectuales de toda Europa, a lo largo del siglo XVIII: llamado “El Siglo de las Luces", por los notables avances intelectuales y científicos logrados por la humanidad en esa centuria.

➡️NOTICIAS SECRETAS DE AMÉRICA
Los dos científicos militares españoles, traían también una misión secreta de espionaje encomendada personalmente por el Rey de España: la de informar sobre el estado de corrupción, que de acuerdo con algunas denuncias llegadas a la Corte, imperaba entre las autoridades coloniales. Una labor que cumplieron al final de su viaje, con lujo de detalles, en un extenso informe entregado al Rey, en privado, que fue titulado "Noticias Secretas de América".

"El Perú ofrece a los ojos de los que lo gobiernan el ejercicio lisonjero de una autoridad despótica, el engrandecimiento de riqueza con que los metales preciosos paladean al deseo y a la codicia, y el atractivo de aquellas gentes que encanta, embelesa y hace que se venza a los aplausos el que menos pudiera apetecerlos. En estas tres circunstancias está envuelto todo el veneno que atosiga y mata al buen gobierno de aquellos reinos. Trataremos de cada uno de estos con particularidad, diciendo de ellos lo que fuere necesario"
Texto tomado de "Noticias Secretas de America"

Jorge Juan y Antonio de Ulloa, usaron este mapa francés de 1731 durante su viaje a la América Meridional, el cual fueron corrigiendo como producto de sus observaciones.

Usando sólo el "Sextante" y el "Compás Magnético", los científicos españoles establecieron, con asombrosa exactitud, la verdadera posición de Cartagena de Indias. Ésta quedó en los 10 grados 25 minutos 48 segundos de "Latitud Boreal" es decir, latitud norte; y en 282 grados 28 minutos 36 segundos del "Meridiano de París", que era el usado en aquella época como referencia universal para las "Coordenadas Geográficas". El sistema de coordenadas se basaba en la geometría analítica creada por el matemático francés Renato Descartes. Francia y en especial su capital: París, estaban a la vanguardia del pensamiento científico.

Las coordenadas de Cartagena, establecidas con la tecnología del sistema global de navegación por satélite, es de 10 grados 25 minutos 30 segundos de latitud norte y 75 grados 32 minutos 25 segundos de longitud oeste respecto al Meridiano de Greenwish, utilizado como referencia universal desde el siglo XIX, cuando los Ingleses tomaron la vanguardia de la investigación científica.

La fotografía satelital y los modernos mapas animados por computador del sistema GPS, hacen ver rudimentarios los mapas del siglo XVIII, que eran fruto de la observación directa con los instrumentos de la época.





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