El aliento y el estruendo: Escaich y el Quatuor Tchalik en el Temple du Salin. Toulouse Les Orgues 2025


El pasado 10 de octubre 2025 el Temple du Salin, joya protestante del corazón toulousain, se llenó hasta los últimos rincones para recibir una de las veladas más esperadas del festival Toulouse Les Orgues 2025. En el silencio expectante del templo, el órgano y las cuerdas del Quatuor Tchalik se dispusieron a dialogar bajo la mirada de Thierry Escaich, compositor y organista de renombre internacional, en un concierto que conjugó la emoción, la intensidad y, en algunos pasajes, la controversia sonora.

El programa, diseñado por el director artístico Yves Rechsteiner, proponía un viaje entre siglos: de Mozart a Saint-Saëns, con Escaich como médium entre lo sacro y lo contemporáneo. Sin embargo, más allá del rigor del repertorio, la noche dejó un debate abierto sobre los límites de la modernidad musical y el papel del órgano en la creación actual.

Toulouse Les Orgues: el arte de hacer respirar a la ciudad

Desde hace casi tres décadas, Toulouse Les Orgues convierte cada otoño la ciudad en un inmenso instrumento vivo. Fundado en 1996 para celebrar el patrimonio organístico de la región, el festival se ha convertido, bajo la dirección de Yves Rechsteiner, en un espacio de encuentro entre tradición, innovación y diálogo interdisciplinar.

“Queremos que el órgano se escuche fuera de la sacristía”, suele decir Rechsteiner. “Que respire con el mundo, con otros instrumentos, con la gente”.
Esa visión se tradujo una vez más en el lema de la edición 2025, Souffle et Lumière (Aliento y Luz), donde la respiración —la del órgano, la del público, la del alma— se convierte en el hilo conductor de toda la programación.

El Quatuor Tchalik: una familia que respira junta

El Quatuor Tchalik, formado por los hermanos Daniel, Gabriel, Louise y Marc Tchalik, ha construido una reputación basada en la complicidad y la pureza sonora. Nacidos en un hogar donde la música era una segunda lengua, los Tchalik tocan como si compartieran un mismo impulso vital, un mismo latido.

Gabriel Tchalik mira de forma cómplice a Thierry Escaich

Su interpretación de Mozart y Mendelssohn fue ejemplo de precisión, dulzura y transparencia. Pero entre los cuatro, Gabriel Tchalik, violinista, brilló de manera especial: su manera de sentir la música, de entrar en ella físicamente, casi danzando con el arco, dio al conjunto una energía contagiosa. Cada movimiento suyo transmitía pasión, vida, una vibración que unía a los músicos con el público sin artificio alguno. En sus manos, el violín dejó de ser instrumento para convertirse en extensión del alma.

Thierry Escaich: genio, fuerza y controversia

La otra gran figura de la noche fue, sin duda, Thierry Escaich, compositor prolífico y organista titular de Notre-Dame de Paris desde 2024. Su maestría técnica es indiscutible, y su capacidad de improvisación, admirable. Escaich es uno de los últimos grandes herederos de la escuela francesa de improvisación, y sus intervenciones improvisadas (las piezas número 1, 6 y 8 del programa) fueron ejercicios de virtuosismo absoluto.

Sin embargo, esas mismas piezas —junto a su monumental Prana, obra número 9— suscitaron reacciones encontradas. La potencia del órgano y la tensión disonante de las cuerdas crearon momentos de gran impacto, pero también de gran estridencia. Lo que pretendía ser una evocación del “aliento de la vida” derivó, para muchos oyentes, en un torbellino sonoro difícil de digerir.

Las texturas ásperas, los ataques súbitos, los intervalos disonantes y los ritmos irregulares, si bien técnicamente impecables, dejaron a una parte del público con la sensación de estar más cerca del cine de suspense que de la música que eleva o relaja el espíritu.

Y es que, frente a la delicadeza mozartiana o la elegancia mendelssohniana que habían precedido, las obras de Escaich representaron un choque estético. Brillantes para algunos, excesivas para otros, dejaron claro que el diálogo entre tradición y modernidad sigue siendo un terreno movedizo.

El clímax de la noche: Prana

Estrenada originalmente en 2022 en la Filarmónica de Colonia, Prana fue la pieza más ambiciosa de la velada. Construida sobre dos melodías incantatorias —una de inspiración africana y otra de resonancia gregoriana—, la obra evoluciona en oleadas de energía que alternan momentos de comunión y tensión.
Sin embargo, en el espacio íntimo del Temple du Salin, su intensidad resultó casi excesiva. El órgano y las cuerdas se enfrentaron en una batalla de planos sonoros que, aunque conceptualmente interesante, terminó por saturar el oído.

El final, de una fuerza casi mística, dejó al público entre el asombro y el desconcierto. Algunos aplaudieron con entusiasmo la audacia de la propuesta; otros, más conservadores, suspiraron con alivio al reencontrarse en el bis con los acordes amables de Saint-Saëns.

Entre el aliento y el exceso

Se subrayó al término del concierto que la diversidad sonora es el alma del festival ya que Toulouse Les Orgues vive de los contrastes. El órgano puede ser luz, sombra, susurro o tormenta. Todo cabe, siempre que respire.

Sin embargo, el debate queda abierto. El público de Toulouse, culto y apasionado, demostró una vez más que escucha con el alma, pero también con el cuerpo. Y cuando el sonido se convierte en estrépito, el cuerpo se defiende.

Una conclusión entre luces y sombras

La velada del 10 de octubre fue, sin duda, una experiencia intensa: una demostración de virtuosismo técnico, de compromiso artístico y de contraste estilístico.
El Quatuor Tchalik conquistó por su humanidad, su equilibrio y, sobre todo, por la luminosidad del violín de Gabriel Tchalik, que pareció guiar la música hacia la emoción más pura.
Por su parte, Thierry Escaich confirmó su genialidad, pero también recordó que la vanguardia no siempre dialoga con la sensibilidad del oyente.

En el Temple du Salin, el órgano respiró, sí, pero a veces su respiración se volvió un grito. Y aunque el arte debe provocar, también debe cuidar el alma de quien lo escucha.

El público, al salir al fresco de la noche tolosana, debatía entre admiración y desconcierto. Quizá esa sea la verdadera función de la música viva: no dejarnos indiferentes.

Programa completo

  1. Thierry Escaich (1965–)Improvisation à l’orgue

  2. Wolfgang Amadeus Mozart (1756–1791)Sonate d’église pour orgue et cordes en ut majeur, KV 336: Allegro
      Adagio et Fugue en ut mineur pour quatuor à cordes, KV 546

  3. Sigfrid Karg-Elert (1877–1933)Deux pièces pour orgue et quatuor à cordes, op.48A: Sanctus, Pastorale (reconstitution Emmanuel Pélaprat)

  4. Wolfgang Amadeus MozartFantaisie - Allegro et Andante en fa mineur pour orgue mécanique, KV 608 (transcription pour orgue et cordes de Daniel Tchalik)

  5. Felix Mendelssohn-Bartholdy (1809–1847)Andante sostenuto pour quatuor à cordes en mi majeur, op. 81/1

  6. Thierry EscaichImprovisation à l’orgue

  7. Felix Mendelssohn-BartholdyCapriccio pour quatuor à cordes en mi mineur, op.81/3

  8. Thierry EscaichImprovisation à l’orgue

  9. Thierry EscaichPrana, pour orgue et quatuor à cordes (commande de la Philharmonie de Cologne, de Pro-Quartet-CEMC et de la Philharmonie de Dresde)

  10. Camille Saint-Saëns (1835–1921)3 pièces issues des 6 duos, op.8: Capriccio, Scherzo & Finale (transcription de Daniel Tchalik)

Fotos: Noelia Vela

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